Los rascacielos






Un rascacielos es un edificio particularmente alto y continuamente habitable. A menudo también se denomina rascacielos a aquellos edificios que destacan por su altura sobre los de sus alrededores; esto último se fundamenta en la definición del Council on Tall Building and Urban Hábitat (CTBUH).
"La altura de los rascacielos es un término rjavascript:void(0)elativo, generalmente comparativo con el contexto. El primer edificio considerado como tal no tenía más que 5 alturas... y ahora se han alcanzado casi los 500 m de altura. No existe una medida internacional, aunque sí una definición dada por el Council on Tall Building and Urban Hábitat (CTBUH) con base en Pennsylvania que dice que un rascacielos 'es un edificio en el que lo vertical tiene una consideración superlativa sobre cualquier otro de sus parámetros y el contexto en que se implanta'. Hoy en día el significado es mezcla de lo anterior."
Rascacielos, edificio caracterizado por su elevada altura, considerado la tipología más emblemática de la arquitectura del siglo XX. La altura que debe alcanzar un edificio para considerarse rascacielos es indeterminada, pero debe ser muy superior a sus dimensiones horizontales. Por esa razón algunos se denominan torres, con la diferencia frente a sus precedentes históricos de ser construcciones habitables, organizadas como sucesión de plantas o pisos funcionales.
El rascacielos es un producto sofisticado, posible gracias a los avances de la tecnología y la industria de nuestro tiempo. En primer lugar, fue necesario disponer de ascensores mecánicos para poder acceder a los pisos superiores con comodidad. Además, las condiciones estructurales exigieron un material eficaz, el acero, capaz de soportar grandes esfuerzos sin incorporar nuevas cargas. Pero también su altura planteó nuevos retos, como la seguridad frente a incendios, la distribución energética o la resistencia al viento y los terremotos. Así, a lo largo del siglo XX, el rascacielos se ha convertido en un espectacular banco de pruebas, donde se ha experimentado la evolución de materiales, técnicas y sistemas constructivos.
ANTECEDENTES
Si la mítica torre de Babel simboliza en la Biblia el orgullo del ser humano, sus referentes mesopotámicos o las pirámides egipcias ya muestran el deseo de alcanzar cotas celestiales. A lo largo de la historia se suceden las audacias constructivas: el faro de Alejandría, las torres defensivas medievales o las cúpulas de grandes iglesias, como la basílica de San Pedro del Vaticano y la catedral de Saint Paul en Londres. Pero las fábricas tradicionales no permitían alcanzar grandes alturas, debido a su elevado peso propio y escasa resistencia a esfuerzos de tracción y flexión. Hubo que esperar a la invención del acero industrial para poder conquistar los 300 m de la torre Eiffel, erigida en París con motivo de la Exposición Universal de 1889.
DESARROLLO
La estructura metálica, unida a la invención del ascensor de vapor y a la industrialización del vidrio plano, permitió la consolidación del rascacielos como edificio de oficinas. Aunque se suele considerar el primer rascacielos al neoyorquino Western Union Building (1875), de diez pisos y 70 m, su única aportación técnica fue la incorporación del ascensor. En Chicago, después del devastador incendio de 1871, se impuso una rápida reconstrucción que dio lugar a la Escuela de Chicago. En 1879 el ingeniero William Le Baron Jenney introdujo en el Leiter Building de Chicago el entramado reticular, compuesto por pórticos de pilares y vigas de acero, que perfeccionó como construcción en altura en el Home Insurance Company Building (Chicago, 1885). Con él se consigue aumentar la altura del edificio y abrir grandes ventanales continuos en los cerramientos, capaces de iluminar espacios profundos.
A partir del descubrimiento de Le Baron Jenney, se consolida en Chicago la tipología del rascacielos, entre cuyos mejores ejemplos destacan el Reliance Building de Burnham & Root (Chicago, 1895) o el Guaranty Building de Louis Henri Sullivan (Saint Louis, 1895). Desde los escasos 80 m de los primeros ejemplos, cada nuevo hito entra en competencia con el anterior hasta alcanzar los 319 m del edificio Chrysler de William van Allen (Nueva York, 1930) o los 381 del Empire State Building de Shreve, Lamb & Harmon (Nuerva York, 1931). A pesar de su belleza, esta carrera no se acompaña de una investigación estructural profunda, por lo que su altura se consigue a un coste desmesurado.
La admiración del movimiento moderno (véase International Style) por la arquitectura estadounidense llevó a Europa una nueva forma de entender los rascacielos. Se produjeron así diversas interpretaciones teóricas, desde la dadaísta de Adolf Loos y Tristan Tzara, en forma de columna dórica, para el Chicago Tribune (1922) o el proyecto Bauhaus de Walter Gropius y Adolf Meyer para el mismo concurso, hasta los rascacielos expresionistas de Ludwig Mies van der Rohe (1921). Por su parte, Le Corbusier empleó la nueva tipología como inspiración de sus propuestas urbanas, como en las ciudades-torres (1920), donde la concentración de las viviendas en grandes rascacielos permitiría liberar todo el suelo circundante.
EL RASCACIELOS DESPUÉS DE LA II GUERRA MUNDIAL
El efecto del viento sobre edificios de más de 40 plantas hace ineficaces los entramados reticulares de acero, debido a la penalización que impone la presión horizontal sobre los soportes de los pisos elevados, impidiendo las secciones ligeras que se obtendrían con el simple cálculo gravitatorio. Además, los pórticos metálicos no son rígidos, por lo que hay que añadir pantallas rigidizadoras que aumentan el peso y el coste de la obra. La solución se encontró en las estructuras periféricas de hormigón armado o de celosía metálica triangulada.
En 1961 Myron Goldsmith y Fazlur Khan, como miembros de Skidmore, Owings & Merrill, proyectan los Chestnut-Dewitt Apartments (Chicago, 1965), el primer rascacielos de estructura tubular rígida frente a las acciones horizontales. Un año más tarde, junto a Bruce Graham, el Brunswick Building (Chicago, 1966), la primera estructura de doble tubo concéntrico, fundamento de las desaparecidas torres gemelas de Minoru Yamasaki para el World Trade Center de Nueva York (1973).
Los proyectos de Myron Goldsmith en hormigón armado sirvieron como base de la investigación posterior en modelos de celosía de acero, desarrollados para SOM por sus colegas Khan y Graham. Surgen así el John Hancock Center (Chicago, 1969) y la torre Sears (Chicago, 1974), compuesta por un haz de nueve tubos. Con ellos se agotan la carrera por la altura en Estados Unidos y el modelo tubular, que se reemplaza por las investigaciones sobre la rigidez del edificio. W.J. Le Messurier propone una estructura excéntrica, compuesta por pilares de hormigón en los extremos, rigidizados por una celosía tridimensional metálica. Su colaboración en la Chase Tower (Houston, 1982) demostró la eficacia de su modelo, corroborado en el edificio del Banco de China (Hong Kong, 1989) ambos firmados por el arquitecto Ieoh Ming Pei y ubicados en ciudades con vientos extremos.
En los últimos años, la construcción de rascacielos se ha desplazado al Sureste asiático y la costa de Arabia, impulsada por el esplendor financiero. En Kuala Lumpur, capital de Malaysia, se alza uno de los rascacielos más altos del mundo, las torres Petronas (1998), diseñado por el arquitecto argentino César Pelli como dos torres unidas por su zona intermedia. Sin embargo, más allá de la tecnología de materiales, uniones elásticas, amortiguadores de viento y otros recursos mecánicos, sus aportaciones estructurales son escasas.
EXPECTATIVAS
El techo actual de los rascacielos no lo impone la tecnología constructiva, sino la seguridad en caso de emergencia. De hecho, existen proyectos realizables como la Milenium Tower (1989) de Norman Foster para Tokio, que alcanzaría 840 m, o la torre Biónica (1997), de Javier Pioz y Maria Rosa Cervera para el área de Hong Kong, que llegaría a los 1.228 m. Después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 sobre las torres gemelas de Nueva York, a la tradicional prevención sobre la evacuación de estos colosos en caso de incendio hay que añadir la posibilidad de ataques terroristas, que no sólo añade riesgos difíciles de evaluar sino que, además, provoca un alza exorbitante del precio de los seguros.
Si, de hecho, el rascacielos se impuso como alternativa de alta intensidad a la especulación sobre el precio del suelo, puede que las mismas causas económicas le hagan desaparecer. Tal vez sólo su dimensión simbólica pueda salvarle, como expresión de la idea de progreso promovida por el capitalismo liberal. En caso de que el esfuerzo sea inútil, no sólo peligra la construcción en altura, sino el propio modelo de ciudad estadounidense, exportado al resto del mundo, con su densificado CBD (Central Bussines District, distrito céntrico de negocios) rodeado

martes, 31 de agosto de 2010

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