Los automóviles en Ciudad de México









A pesar de lo que se diga de la gran urbe, uno de sus  grandes atractivos   son los  autos en Ciudad de México  y  su enorme infraestructura  para el  transporte y tráfico de vehículos, esta colosal trama de concreto  y asfalto ha permitido que el Distrito Federal se mueva al ritmo dinámico de los millones  de vehículos  que circulan diariamente; evitando así mismo,  el colapso  de sus arterias vehiculares.

En la época actual, al parecer los segundos pisos del periférico están dando buenos resultados, pero en la década de los 80’, el célebre Viaducto Miguel Alemán permitía un enorme desahogo vehicular, en aquellos lejanos y nostálgicos  días   la enorme variedad  de los vehículos circulantes era un verdadero espectáculo.

Autos  de todos colores y sabores, autos que motivaban la admiración o la risa ante la creatividad  e ingenio del defeño  para modificar en todos los conceptos el  automóvil del trabajo, de la pachanga  y la aventura.

Ese vehículo que lo lleva y lo trae del trabajo, el de la conquista y el orgullo diario, ese vehículo para el propietario es digno de todas las consideraciones.  Sin importar cuan maltratado se encuentre, cuan abollado, se le lava y encera  como si de un clásico o último modelo se tratara; se le quiere  como uno más de la familia y, hay de aquel que se atreva a maltratarlo, seguramente sufrirá las consecuencias.

La llegada de   leyes ambientales a la Ciudad de México, seguramente inhibió la circulación de las  orgullosas chatarras  que como enormes cucarachas prehistóricas dominaban con su  dura coraza las chilangas calles de principios de 1980.

Pero  no fue el final, se adaptaron antes que morir, evolucionaron hasta transformarse  y,  ahora, en los tiempos que corren, los  más tímidos, se disfrazan exteriormente, pero se  conservan  rebeldes al cambio en su interior;  algunos, los menos atrevidos, los adornan con cuanto artilugio  pueden  adquirir; otros  los convierten en su obra de arte, en el proyecto de vida  y de muerte. Primeramente  lo infaltable: un sonido que apenas deja espacio,  luego pantallas LCD en los lugares inimaginables, lectores DVD y para rematar un extravagante alerón que  da aspecto de nave extraterrestre a punto de despegar. Para entonces se puede pensar que la obra está hecha, pero cosa imposible la satisfacción, siempre  se está inconformé; pensando, ideando  en la perfección, en la transformación  que permita montar una verdadera obra de arte, un auto que deje huella, que al pasar por la avenida, los transeúntes, obligadamente  lo miren con envidia.


Bueno, ahora ya sabes que hacer  si te atrapa  el veleidoso tráfico, pásala bien observando las variedades de autos que circulan en la ciudad.

miércoles, 1 de agosto de 2012

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