lunes, 21 de febrero de 2011

Monzones, tormentas tropicales y tornados


Sin la atmósfera, la vida en la Tierra no existiría. La atmósfera filtra los rayos solares, retiene más del 50% de su energía y amortigua las variaciones de temperatura en la superficie del globo. Más de la mitad del total del aire contenido en la atmósfera se encuentra en los cinco primeros kilómetros de la troposfera, cuyo espesor de unos 10 km contiene las tres cuartas partes de la masa atmosférica.
Las masas de aire están en continuo movimiento: el aire caliente se dilata y al ser más ligero tiende a elevarse; el aire frío, por el contrario, se comprime y tiende a caer. Del mismo modo el aire húmedo es más ligero que el aire seco.
Los vientos soplan desde las altas presiones, anticiclones (aire frio), hacia las bajas presiones, ciclones o depresiones (aire cálido y húmedo); cuando dos masas de aire entran en contacto se produce un frente que perturba el tiempo atmosférico. Estas perturbaciones dan lugar a sistemas nubosos y lluvias.
La violencia o duración de estas tormentas puede causar catástrofes naturales, acompañadas siempre por pérdidas materiales y de vidas humanas. Los fenómenos atmosféricos más significativos y destructivos son los monzones, las tormentas tropicales y los tornados.
Monzones
Los monzones son vientos estacionales que soplan, bien del continente, bien del océano, acompañados de lluvias concentradas en una estación lluviosa de gran intensidad (verano), y una estación seca (invierno). La causa de la formación de estos vientos es la diferencia de presión atmosférica entre el continente y los océanos; las variaciones de temperatura del aire continental son más fuertes que las de las masas de aire marítimo. Los monzones influyen en el clima de la India, Bangladesh, Sureste asiático y, en menor medida, del norte de Oceanía, Golfo de Guinea y Madagascar.
El clima del subcontinente indio es un ejemplo del más clásico y característico clima monzónico. Al principio del invierno, las altas presiones se centran en el continente, enfriado por las bajas temperaturas reinantes, mientras que sobre las aguas del Océano Índico se centra el área de bajas presiones. El viento del noreste diverge, pues, del continente hacia el mar. El movimiento desplaza aire frío desde el Himalaya y el norte de la India hasta el Océano Índico, originando el monzón de invierno, que da lugar a un clima fresco, seco y soleado en la India durante el invierno.
Con la llegada del verano, el modelo se invierte. En el sur de Asia, recalentado por las elevadas temperaturas, algunas zonas del norte y el centro de la India alcanzan temperaturas superiores a los 40 °C, las bajas presiones situadas en el continente aspiran el aire de las altas presiones localizadas, esta vez, en el Océano Índico. Las masas de aire se ponen en movimiento desde el mar hacia el interior de la tierra en dirección noreste originando el monzón de verano, viento cálido y húmedo, que al chocar con los relieves costeros provoca lluvias de gran intensidad durante la estación cálida.
El Himalaya forma una barrera que obliga a las masas de aire cálido y húmedo a descargar su humedad sobre el sur de Asia. Las laderas sur del Himalaya reciben gran cantidad de precipitaciones, mientras que las del norte reciben pequeñas cantidades. Este efecto orográfico también se reproduce en la costa suroeste de la India por la presencia de las montañas Ghates Occidentales. Así, algunas zonas de la India reciben enormes cantidades de precipitaciones durante la temporada monzónica de verano; Cherrapunji, al noreste, recibe más de 12.000 mm de lluvias cada año, la mayor parte durante el verano.
Las lluvias de verano causan graves inundaciones en Bangladesh y en otras regiones monzónicas. En estas regiones, mucha gente construye sus casas sobre pilares previendo las inundaciones anuales. Aún así, estas lluvias son esenciales para los cultivos, especialmente después de seis meses de clima monzónico invernal seco. Cuando las lluvias monzónicas no son abundantes, se producen sequías y pérdida de cosechas.
Tormentas tropicales
Las tormentas tropicales son fenómenos meteorológicos de una violencia extremada que se forman en el océano Océano Atlántico, el Océano Índico y el Océano Pacífico, y afectan a ciertas regiones de los trópicos lluviosos. Los que se forman en el Océano Atlántico y este del Océano Pacífico son conocidos como huracanes; los formados en el oeste del Océano Pacífico se conocen como tifones (en chino "gran viento") y ciclones los formados en el Océano Índico, willy-willies para los australianos y baguíos en Filipinas.
Los huracanes y tifones se forman durante los meses más calurosos del año en las zonas de calmas ecuatoriales cercanas al ecuador. El aire cálido y húmedo se eleva, se enfría y se condensa formando nubes tormentosas con fortísimas corrientes de aire en su interior. A medida que los vientos se hacen más fuertes, comienzan a arremolinarse alrededor de un centro de bajas presiones llamado el "ojo de la tormenta" y debido a la presencia de corrientes descendentes en el centro de la perturbación. Los tifones y huracanes giran en dirección contraria a las agujas del reloj en el hemisferio norte y en dirección a las agujas del reloj en el hemisferio sur como resultado de la rotación terrestre. Desde el borde de la tormenta hasta su centro, la presión atmosférica desciende y la velocidad del viento aumenta.
Las tormentas tropicales se desplazan arrastradas por los vientos alisios hacia el oeste, ganando fuerza a medida que acumulan la humedad del aire. Sobre los océanos, las tormentas producen vientos de gran violencia, lluvias torrenciales y el ascenso del nivel del mar. Las tormentas comienzan a disiparse una vez que alcanzan tierra firme, debido a la paulatina ausencia de su fuente de humedad oceánica.
Los tifones y huracanes son especialmente perjudiciales en las zonas costeras bajas, en las que provocan destrucción general como consecuencia de mares agitados, desbordamiento de ríos y fuertes vientos. Gilbert, el huracán más fuerte que se ha producido en el siglo XX, devastó en 1988 Jamaica y zonas de México con vientos racheados de hasta 350 km/h.
El diámetro del área afectada por estos vientos de gran fuerza destructiva puede superar los 240 km. Los vientos de tormenta prevalecen sobre una amplia área, de unos 480 km de diámetro. En el ojo de la tormenta, cuyo diámetro suele ser de unos 24 km, se produce una zona de vientos en calma y ausencia de nubes.
La fuerza de una tormenta tropical se mide de uno a cinco; las tormentas más suaves, de categoría uno, tienen vientos de al menos 120 km/h, las más fuertes y excepcionales, de categoría cinco, tienen vientos que superan los 250 km/h.
En el hemisferio norte, las tormentas suelen desplazarse primero en dirección noroeste. A medida que se desplazan hacia altas latitudes, los vientos del oeste las hacen girar hacia el noreste. En el Océano Atlántico norte, los huracanes afectan al Caribe, al este de México y al Sureste de Estados Unidos. Algunos huracanes giran más al norte y se desplazan por toda la costa de Estados Unidos y Canadá. En el Océano Pacífico este, los huracanes a menudo baten las costas del oeste de México. Los tifones afectan al Sureste asiático, China y Japón en el Océano Pacífico oeste. En el norte del Océano Índico, los ciclones afectan a la India y a otros países del sur de Asia.
En el hemisferio sur, los ciclones generalmente se dirigen hacia el suroeste y posteriormente hacia el sureste. Estos ciclones azotan la costa sureste de África, Madagascar, norte de Oceanía, Indonesia y las islas del sureste del Océano Pacífico.
Para poder estudiar los ciclones y huracanes, los científicos vuelan en avión al interior de las tormentas y miden la dirección y velocidad de los vientos, la localización y el tamaño del ojo de la tormenta, las presiones en el interior de las tormentas y la estructura térmica. Los meteorólogos también utilizan radares, intrumentos de grabación situados en el mar y satélites meteorológicos geosincronizados. Los perfeccionados sistemas de predicción y comunicaciones han ayudado a minimizar las pérdidas humanas, pero los daños causados por pérdidas materiales aún son considerables, especialmente en zonas costeras.
Tornados
La velocidad que alcanza el viento puede superar los 400 km/h, aunque se estima que ha habido velocidades superiores en tormentas extremadamente fuertes (805 km/h). Los tornados, aunque de corta vida, son las tormentas más violentas del planeta.
Los cumulonimbos son nubes enormes y oscuras, que se crean cuando un frente frío se encuentra con una masa de aire húmedo y caliente. Estas nubes de rápida formación, generan tormentas en las que el aire caliente se eleva con rapidez, creando una poderosa corriente ascendente. En la parte superior de la tormenta, fuertes vientos cruzados comienzan a hacer girar el área central de la corriente ascendente formando un torbellino. Los vientos incrementan la velocidad de esta corriente, acumulando más humedad en el interior de la tormenta. El torbellino gira en círculos cada vez más cerrados, aumenta su velocidad y crece en altura a través de las nubes. Finalmente, el tornado, con forma de embudo, desciende desde el fondo de la nube y alcanza la tierra con gran intensidad.
Los fuertes vientos destruyen todo lo que encuentran a su paso. Además de acumular polvo, que hace que el tornado sea visible, la fuerte corriente ascendente puede succionar todo tipo de objetos, coches, tejados, árboles, animales e incluso personas. A menudo se puede detectar la ruta de un tornado por la destrucción que va dejando a su paso.
Un tornado puede medir desde unos pocos metros hasta aproximadamente un kilómetro de ancho cuando alcanza el suelo. Puede recorrer distancias que varían desde pocos metros hasta 8 ó 10 km, en termino medio. La mayoría de los tornados sólo duran unos pocos minutos, pero los de gran intensidad pueden durar más de una hora. Un solo sistema de tormentas que dure unas horas puede generar varios tornados a la vez que cubren grandes distancias.
La mayoría de los tornados giran en dirección contraria a las agujas del reloj en el hemisferio norte y en dirección a las agujas del reloj en el sur, pero en ocasiones pueden invertir este comportamiento. Los tornados de alta mar, llamados trombas marinas, son más débiles y se producen con mucha frecuencia en aguas tropicales.
Los tornados son más comunes y tienen mayor fuerza en las latitudes templadas, Estados Unidos, Europa occidental, Japón, India, Suráfrica, Argentina y Oceanía. Los tornados más violentos ocurren en la zona central de los Estados Unidos, donde a menudo se forman a principios de la primavera; la mayor frecuencia de tornados tiene lugar en un área llamada "Tornado Alley", que se extiende desde Texas y Oklahoma hasta Kansas y Iowa.
Aunque los tornados son difíciles de predecir, los científicos suelen detectar los más grandes con radares Doppler y advertir a los residentes de las zonas afectadas.

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