El principio del cohete puede demostrarse con un globo.
No cabe duda de que habréis visto algunas veces en los jardines esas ruedas giratorias que sirven para re- gar las plantas. El agua brota de los orificios de un brazo rotatorio, y éste gira en sentido contrario al del agua. El célebre físico inglés Isaac Newton describió dicho fenómeno, extrayendo del mismo una ley muy importante: a cada acción (en nuestro caso, la salida del agua a través de los orificios) corresponde una reacción igual, pero de sentido contrario (la rueda gira a la misma velocidad que el surtidor de agua, pero en sentido contrario). Este mismo principio explica por qué, cuan- do un cazador efectúa un disparo (acción), advierte un contragolpe en el hombro contra el que mantiene apoyada la culata del fusil (reacción). Este principio tiene una gran aplicación en los cohetes, en los que unos gases muy comprimidos son expulsados violentamente por un extremo y, por reacción, todo el cohete recibe un impulso en sentido contrario al de la dirección de salida de los gases. Como es lógico, cuantos mayores sean las fuerzas a vencer, tanto mayor será el impulso inicial: para elevar a un Saturno V, por ejemplo, hacen falta 15 toneladas por segundo de keroseno y oxígeno líquido.
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