El metro de la ciudad de México, uno de los más modernos de América Latina, inauguró su primera línea el 4 de septiembre de 1969 entre las estaciones de Zaragoza y Chapultepec. Contaba con una extensión de 12,5 km y transportaba diariamente a 240.000 pasajeros. Después de 25 años, ha sumado a su red inicial un total de 10 líneas que se extienden a lo largo de 178 km, con más de 154 estaciones. Todos los días transporta a unos 13.000.000 de mexicanos.
Metro (transportes), apócope de Metropolitano, a su vez abreviatura de la expresión ‘Transporte o Ferrocarril Público Metropolitano’, que es aquel que discurre por las grandes ciudades estableciendo una comunicación reticular entre el centro de la ciudad y la periferia, con independencia del tráfico rodado, lo que obliga a crear una infraestructura propia, tanto de línea como de estaciones para el acceso de los viajeros.
El ferrocarril metropolitano surgió a mediados del siglo XIX en las grandes ciudades estadounidenses, Nueva York y Chicago, pero fue en Londres, en 1863, donde se construyó la primera línea subterránea, principal seña de identidad de este transporte. Dicha línea tuvo su antecedente en el Plan Evelyn, quien propuso en el Londres victoriano la construcción de calles subterráneas que descongestionaran el tráfico de superficie. El soterramiento de la red consiguió tal objetivo, ganando en superficie más espacio abierto, libre de la agresión visual y acústica que suponían las antiguas líneas construidas sobre estructuras elevadas.
Muchas estaciones del metro moscovita presentan una decoración singular. Algunas tienen lámparas de araña y estatuas.
Con el metro se crea una nueva dimensión de las grandes ciudades al reducir los tiempos de transporte entre barriadas. Además, tanto por su marcado carácter colectivo, como por disponer de un espacio propio, se ha generado con el paso del tiempo una cultura urbana articulada en su entorno. En las estaciones, algunas diseñadas como intercambiadores con otros modos de transporte, han surgido amplios espacios dedicados a zonas comerciales y de recreo, que actúan como un lugar de encuentro más; todo ello hace que las ciudades con metro, como se ha comentado en varios foros sobre urbanismo, se permeabilicen y se democraticen con este transporte urbano, mas rápido, seguro y eficaz que sus competidores.
Los vagones del metro londinense circulan abarrotados durante las horas punta.
Es muy amplia la relación de ciudades con metro —casi todas las grandes disponen de él—, aunque cabe citar Londres por ser la pionera del metro subterráneo; Moscú por el lujo de sus estaciones, verdaderos palacios subterráneos diseñados para el pueblo; Estocolmo, donde la calidad de la roca granítica en la que está excavado hace que el viajero en cada estación se encuentre en una gruta natural; Viena, con una red antigua sometida a un plan de rehabilitación de estaciones, como la de Karlsplatz, que ha merecido el título de Monumento Nacional; Madrid por la densidad de su red y una ambiciosa ampliación en desarrollo, o ciudad de México, donde merced a las excavaciones para su construcción vieron la luz restos arqueológicos del valor de los localizados en la estación de Pino Suárez, y donde es peculiar la señalización acompañada de pictogramas para mejor información del viajero.